Parte 49 - Alergias y síntomas mentales


Alergias y síntomas mentales


   Puede resultar difícil para la mentalidad alopática comprender que exista algún vínculo entre las alergias y los desórdenes mentales y emocionales.
Indudablemente si nuestro enfoque va acercándose a entender que ningún fenómeno está aislado y que toda acción repercute en el conjunto, no tiene que asombrarnos esta consideración.
   Esta es precisamente la visión de la homeopatía donde se destaca entre otros el concepto de supresión desarrollado en anteriores capítulos.
El ejemplo de las alergias es interesante por la frecuencia con que se presenta, especialmente durante la infancia y en particular por el tratamiento que habitualmente recibe desde la alopatía, que ha adoctrinado a muchas generaciones.
   Resulta llamativo la preocupación que provoca en padres de niños y también en los propios adultos, la presencia de síntomas alérgicos cutáneo mucosos como rinitis, estornudos, erupciones de piel, picazón, tos irritativa, que se obstinan en enturbiar la por otra parte saludable condición que refieren.
Nada parece mas indicado e inocuo entonces que recurrir a los promocionados antialérgicos.
   Así comienza un inadvertido movimiento contrario a la lógica curativa de la naturaleza, que a través de estas señales superficiales llamadas alérgicas, expresa un incipiente desequilibrio en su energía vital.
   La persistencia de estos síntomas a pesar a veces de largos tratamientos antialérgicos, no es casual, es una muestra del esfuerzo del organismo por mantener el camino correcto que aunque resulta insuficiente, busca llevar lo mas posible hacia afuera la expresión del desorden energético, en términos algo equiparables, las toxinas que están comenzando a recargarlo.
   Mas allá de que exista una condición genética constitucional en muchos niños, los tratamientos antialérgicos terminan favoreciendo al cierto tiempo la irrupción de cuadros asmáticos.
El desequilibrio no se corrigió sino que se profundizó, expresándose ahora en el pulmón y bronquios, síntomas de mayor gravedad que las alergias cutáneas.
   La alopatía lo tomará como un problema nuevo sin relación con el conjunto y los antecedentes previos y actuará otra vez ciegamente, apuntando a acallarlo, aunque este síntoma pulmonar ya no es tan inofensivo como la alergia. De esta manera, la alopatía va desgastando resortes que la naturaleza ha desarrollado para regularse.
  
   Desde la concepción homeopática, las alergias responden al desequilibrio de la energía vital en el estado de la psora, es decir el miasma donde el desorden energético se expresa inicialmente, cuyas características son la hipersensibilidad y los síntomas funcionales y reversibles.
   Las alergias son la manifestación de un sistema inmunológico cuyos mecanismos si bien normales aparecen exagerados, como lo está la condición de la energía vital en su conjunto, hiper excitada.
   La alopatía a través de los antialérgicos intenta disminuir esta hiper reacción inmunológica, pero en caso que logre hacerlo, en realidad está suprimiendo solo una de las manifestaciones de la energía vital globalmente distorsionada. En este caso una expresión exonerativa que aunque infructuosa, el organismo está intentando llevar adelante.
   La energía vital no fue corregida y buscará otro sector donde expresarse.
La práctica alopática continua promoviendo supresiones y profundizando en definitiva el desequilibrio de la energía vital.
La acentuación de síntomas en el plano mental es una señal de esto.
   No debe extrañarnos, mas allá de lo multifactorial de los fenómenos, los desórdenes emocionales y mentales que se dan cada vez mas frecuentemente en los niños.
Muchos de estos cuadros también responden a la psora, especialmente aquellos en los que prima la ansiedad, la inquietud, los miedos, es decir la hipersensibilidad como fenómeno global en el desequilibrio de la energía vital.
Para la homeopatía, existe un hilo conductor entre las alergias y la acentuación de los síntomas mentales llamado supresión.
   La intención alopática de neutralizar el mecanismo inmunitario involucrado en las alergias no resulta inocuo ya que pierde en parte su capacidad defensiva, el sistema se vuelve menos discriminativo y así se ve con mas frecuencia la aparición consecuente de otra serie de cuadros vinculados con la patología inmunológica como las infecciones.
   Invocar a los ansiolíticos y otros psicofármacos en la neutralización de los síntomas mentales, es decir en otra parcela del desequilibrio global de la energía vital, es nuevamente una estrategia que llevará la expresión del desorden hacia otro sitio de mayor gravedad.

   La homeopatía busca ordenar la energía vital globalmente distorsionada y de este modo equilibrar el mecanismo inmunológico hipersensibilizado presente en las alergias, pero sin que pierda su agudeza y fuerza defensiva.
De igual modo apunta a corregir los síntomas mentales a través del encuentro con el remedio particular de cada paciente fortaleciendo y estimulando su energía vital como un todo.